Mi querido blog, ahora que nadie nos lee, quiero tirarte de las orejas. Hace unos días celebramos nuestro décimo aniversario. Si alguien me hubiera dicho cuando te inauguré con el primer post allá por 2005, que íbamos a durar tanto, no me lo hubiese creído. Primero, porque te abrí simplemente en modo experimentación. Y fíjate por donde, el experimento ha ido para largo. Lo segundo, porque soy una persona inconstante. En cuanto me aburro de algo, lo dejo. Pero parece ser que de ti no me he aburrido. Y eso que muchas redes sociales me han tirado los tejos. Pero sé que en ellas estoy de prestado y tú eres la casa a la que volver siempre.
Contigo he vivido alegrías. Por ejemplo, recibir el premio GetxoBlog UR Saria. Pero también tristezas y momentos duros, como el día en que una de las personas más importantes de mi vida me dejó. Tú has sido mi psicólogo y válvula de escape ante cabreos. Cómplice en momentos gamberros, como los que nos permitieron parir un nuevo concepto como la sinergia macramental. También has ejercido de “abuela”, siendo mi mejor escaparate en el plano profesional. Has sido testigo de cómo he ido evolucionando como persona en esta década y lo has registrado casi todo.
Aunque ha habido temporadas en las que te dejaba en silencio, siempre has sabido esperar paciente a que la inspiración volviera. Aquí he celebrado grandes fiestas con los amigos y amigas de mi barrio blogosférico.
Y aunque muchas personas dicen que los blogs ya no se llevan, yo sé que estos diez años son los primeros. GRACIAS por todo lo que me has aportado.